domingo, 10 de junio de 2012

La mujer mayúscula y el mar


Esta es la historia de una chica que, asfixiada por la situación y el ambiente en el que se encontraba, decidió dejarlo todo e irse a vivir al mar con un único acompañante... su barco.
Idea tentadora donde las haya...

Tu billete de vuelta
flotando en altamar.
Se hunde con las dudas,
tú no preguntarás.

Olías la tormenta,
tuviste que salir.
La lluvia en la cubierta,
chocaba contra ti.

Sales sin miedo
a mojarte tan triste,
de todas las maneras posibles.

Sobre el océano
canciones de un mar lejano.
No las entiendes,
te cantan siempre en idiomas raros.

Parece que expliquen
la vida en un barco.
Tu hogar salado.
Fue aquel verano sin amarrar.

En el puente de mandos,
cuando llega la arena,
sus manos marineras
te navegarán.

Nadas siempre sola,
buscando sumergirte,
de todas las maneras posibles.

Sobre el océano
canciones de un mar lejano.
No las entiendes,
te cantan siempre en idiomas raros.

Parece que expliquen
la vida en un barco.
Tu hogar salado.
Fue aquel verano sin amarrar.

miércoles, 6 de junio de 2012




Por primera vez sintió que la inmensa distancia que los separaba era insignificante. Estaba convencida de que él seguía en el mismo sitio , donde ya le había escrito algunas veces, muchos años antes. Si se hubiera casado, ella lo habría percibido de algún modo. Porque estaban unidos por un hilo invisible, oculto entre mil cosas de poca importancia, que solo podía existir entre dos personas como ellos; dos soledades que se reconocían.

Paolo Giordano, La soledad de los números primos

Si dicen "caíste", yo digo "me levanto"

El día que luches por aquello que haces, que te dejes la piel porque estás dedicando tu tiempo en aquello que realmente te llena; que llores menos y hagas más… que dejes de hacer lo que ellos quieren que hagas y no lo que tú realmente quieres… El día que persigas tus sueños, que te levantes de un salto de la cama, con ganas de vivir, de superar retos por muchas piedras que encuentres en el camino... Y no frenando justo en el momento en que veas una piedra, incluso antes de que esa piedra te toque.

El día que dejes de pensar “no puedo, no puedo” y digas, bien alto y sin que te tiemble la voz: “PUEDO”… El día que cambies de actitud, porque todo está ahí, en tu actitud, dentro de ti… Ese día serás capaz de todo lo que te propongas.

No, deja de decir que eres gafe, que tienes mala suerte y que todos te tienen manía. Deja de culpar todo eso y mírate; párate un momento y pregúntate a ti misma si eres feliz. Coge el rumbo de este barco, porque, recuerda, es el tuyo.
Porque de excusas no se vive, al contrario, se permanece estancado, metido en un bucle… y andando en círculos, círculos que sólo llevan a eso: excusas, excusas y más excusas… con las cuales intentas justificar todos tus fracasos.
Acéptalo, y empieza por admitir que el problema no está fuera, sino dentro de ti.

Y ahora, destrúyelo todo y vuélvelo a intentar, luchando esta vez por aquello por lo que TÚ quieres luchar. Porque puedes con todo lo que se te ponga delante… Por muy alta que sea la cima, desafíala, ya que ninguna cima es lo suficientemente alta como para frenar la fuerza inmensa que posee esa nueva actitud.
Sólo tienes que creértelo… Porque es tu vida, y la de nadie más, y porque vidas sólo hay una… No la malgastes así, y exprime cada momento. Porque a pesar de los problemas que todos tenemos, a pesar de que esto no es un camino de rosas, tienes que saber que la vida te regala muchas, muchas cosas buenas… así que ve a por ellas. Y recuerda, nunca es tarde para cambiar de actitud. Empieza a vivir y no permitas que los días te arrastren... El momento es ahora.

viernes, 30 de marzo de 2012


¿Que como es el lugar donde me encuentro? Aquí, todo está oscuro. Las palabras, las miradas, ya no llegan... Se perdieron por el camino, cansadas de buscarme, a tientas, en este pasillo sin luz. Sí, la apagué, una vez más, para no ver, no escuchar nada… No quiero más, señora decepción. Harta de escuchar tanto grito... de tanta discusión... de palabras como cuchillas… Pero aquí, aquí ya no llega nada, ni nadie.

El dolor dentro de mí va extendiéndose, como un veneno, sin pausa, y me voy haciendo pequeña, pequeña… Sí, decidí volver aquí para que ya nada de eso me alcanzara, para quedarme atrás y que todo siguiera su curso… sin mí. Pero aquí me falta el aire. Me estoy asfixiando. Eterna soledad, por miedo a más dolor no me levanto… ya no quiero levantarme. Sé que si enciendo la luz, que si me quito esta capa para la invisibilidad, me sentiré mejor… pero siempre caigo en la misma trampa y vuelvo a este escondrijo. Es lo más sencillo, sentarme en este rinconcito y no moverme, no luchar, no intentar... No hacer, simplemente, nada. Pero esto me está destruyendo, me está matando... Te echo de menos, a ti, y a ti, y a ti, y a ti…Obsesionada con aquello que perdí, también perdí todo lo demás... No. Abandonar no era, ni es, ni será nunca la solución. Quizás allá afuera mi cielo esté gris, pero seguirá estándolo eternamente si no hago nada por cambiarlo.

 …Y entonces, cuando ya no me queda aire, rendida, enciendo la luz y salgo de este lugar… Y estáis ahí, con una sonrisa. “¿Dónde te metes, perdida?” … Sin embargo, huyendo de la decepción, he acabado siendo yo la que decepcionara a quien me prometí que nunca, nunca, le haría daño. Pero curaré esa herida, cueste el tiempo que cueste… ¿Me has escuchado bien? Cueste el tiempo que cueste.

domingo, 12 de febrero de 2012

Da pena que...

Da pena que el seguidor de un equipo (A) se alegre más por la derrota de su equipo enemigo (B) que por la victoria del suyo. Es más; da pena que se entreguen de esa manera descomunal, que se peleen con sus amigos de toda la vida, simplemente por ser seguidores de equipos distintos. Que lloren y se alegren de forma absolutamente exagerada cuando su equipo hace “X” o “Y”. Da pena que se preocupen más por lo que hacen y dejan de hacer esos 11 jugadores que cobran millones y millones por correr detrás de una pelota durante 90 minutos, cuando a ellos, o séase, a sus seguidores, esos millones, esas victorias y esos trofeos, no les van a solucionar sus vidas. Más bien al contrario… (En realidad no quería seguir por ahí estas líneas, así que intentaré retomar el hilo…).
Da pena que a la sociedad le preocupe más un partido de fútbol, o lo que le pase a “la Esteban”, en lugar de la manipulación y control desmesurada de un sistema al que se le llama democracia cuando se le debería llamar fascismo encubierto. Da pena aquel que se alegra más cuando el que odia tiene problemas que cuando él mismo no los tiene. Da pena que en vez de desear que al otro no le ocurra la misma desgracia que a ti, desees que a este otro le ocurra lo mismo, porque si a ti te ha pasado, a él también le tiene que pasar. Para que no tú no seas el único que esté jodido.
Da pena que el racismo esté por encima de la fraternidad, que la guerra esté por encima de la paz, que la envidia esté por encima del compañerismo, que la competitividad esté por encima de la auto superación, que el odio esté por encima del amor, que las desgracias estén por encima de las alegrías, que las peleas estén por encima de los abrazos, que las malas noticias estén por encima de las buenas. Da pena que un error esté por encima de mil aciertos, que una decepción esté por encima de mil sonrisas, que el dinero esté por encima de la felicidad, que el poder esté por encima del amor, que la cantidad esté por encima de la calidad.
Da pena que se vean más programas de salsa rosa que documentales, que en el colegio nos enseñen un pensamiento único en lugar de enseñarnos a tener  pensamiento propio (hay excepciones; ¡menos mal!). Da pena que se le dé cada vez más importancia a las asignaturas de ciencias y menos a las de lenguas y arte.
Da pena que tengamos más cosas de las que necesitamos mientras millones de personas, de niños y no tan niños, mueren de hambre o de enfermedades que aquí curaríamos con medicamentos “básicos”. Da pena que miremos hacia otro lado con tal de no meternos en problemas y que perdure esa comodidad (“que se está mejor en el sofá que pasando frio en una manifestación, oye…” -que conste que me revienta tal frase-). Da pena que estén en "la cima" los mentirosos, manipuladores… y no los sabios. Da pena que la justicia española sea injusta, nula y dé asco (menos a los corruptos, claro) y que, aun así, no se haga nada al respecto. Da pena que en las noticias cada vez nos regalen más imágenes de violencia gratis y, por consiguiente, nos hayamos insensibilizado a éstas. Da pena que el hombre sea cada vez más robot y menos humano. Da pena que se mezcle la política con la música, con el deporte y, en general, con todo. Da pena que se haga más por crear enemistad entre las personas de distintas comunidades autónomas, países, religiones, etc. que por unirlas y que se quieran. Da pena que abunden a patadas esos que te quieren únicamente por interés y que los verdaderos amigos estén en peligro de extinción. Da pena que nos creamos dueños de la naturaleza, de los animales, de este planeta, del infinito y de más allá.
Da pena que las canciones que posicionan los primeros puestos en las listas de éxitos sean las más repetitivas y cutres melódicamente hablando y por lo que se refiere a la letra de la canción. Da pena que el reggaetón y el dance se vendan más que el rock, jazz, swing, soul, música clásica, reggae, folk, indie, punk, ska, según qué pop……. Da pena que lo que antes era un diálogo se haya convertido en dos monólogos simultáneos. Hablar y no conversar, hablar y no escuchar... Da pena que descarguemos nuestra rabia contra los demás y no la descarguemos escribiendo o pintando (p. ej.).
Da pena que con este sistema nos olvidemos de vivir y nos pasemos el día trabajando (y hasta los 442412486 años). Da pena que en lugar de plantar un árbol se “plante” un cementerio nuclear. Da pena que quien toma las decisiones sobre el país A sea el pez gordo del país B y no los ciudadanos del país A. Da pena que cada vez estemos más globalizados y que, con lo cual, cada vez se pierda más la esencia propia de cada rincón del mundo. Y da pena que diga “da pena que” al principio de cada frase en lugar de “alegra que” (por ejemplo). Pero bueno, al menos me he desahogado un rato… escribiendo.

viernes, 10 de febrero de 2012

Cosas que quiero hacer antes de morir, cosas pendientes por hacer o sueños por cumplir…


En este mismo instante, y si tuviera que ser breve… tan sólo diría dos cosas. Tan sólo dos (las dos primeras de una lista bastante larga). Antes de morir... quiero aprender a tocar el piano y enamorarme.



De pequeña recuerdo que tuve una guitarra de juguete, una flauta, una batería (mi madre acabó harta de ésta… y mi batería acabó en la basura a los pocos años), un micrófono, una grabadora y, por último y que yo recuerde, un piano de juguete. Este fue, creo, con el que experimenté más. Aún recuerdo, como si de una pesadilla se tratara, que tenía un botón para cambiar el sonido de las teclas, y uno de ellos era el sonido de un grillo… lo odiaba con todas mis fuerzas. Era tan estridente… = dolor de cabeza garantizado y un “¡Niña, para eso ahora mismo!” de regalo. Le cogí mucho cariño a aquel pequeño piano de color lila… Recuerdo que me lo llevaba a todas partes. Pero un buen día, como todo niño, lo guardé. Supongo que me daría por jugar con otra cosa… (temporadas, vienen y van) y nunca más volví a tocarlo. Siempre me ha encantado la música. Y adoro la música en directo. En realidad, no podría expresarlo con palabras… ‘adorar’ se queda corto. Cuando alguien, por muy bien que suene en el disco, no me gusta como canta en directo… No lo vuelvo a escuchar. ¿Exigente? No lo sé, yo es que odio el playback. Es tan artificial, tan falso… no hay nada como las grabaciones en directo. Sin retoques. Sin maquillaje… Recuerdo como componía canciones en mi libreta y luego las grababa en el ordenador con mi micrófono… Letras infantiles donde las haya, claro. ¡Y aún me acuerdo de  3 canciones! Hace unos días, buscando algo, encontré la hoja donde está escrita una de ellas. Sentí nostalgia. Y, desde hace un tiempo, no sé cuánto exactamente, he vuelto a sentir ganas de tocar el piano… de aprender a tocar (porque no tengo ni pajolera idea; de pequeña, mi repertorio se reducía al ‘Cumpleaños feliz’… no hace falta decir nada más ¿verdad?). Y hoy mismo, no he podido evitar pasar mis dedos por las teclas de los pianos que hay en Fnac. ¡Pero son tan caros! Sin embargo, no me lo perdonaría jamás si dejara que esto se quedara en un mero pensamiento pasajero… En un sueño que sencillamente se quedará ahí, en sueño. Esta vez no. Aunque sé que la situación de ahora complica las cosas enormemente. En fin, ya se me ocurrirá algo…

…Y enamorarme. Pues sí, nunca me he enamorado de nadie ¿vale? No sé qué se siente… supongo que por eso en varias ocasiones he tenido mis dudas en referencia a lo que sentía por la otra persona. Pero me he dado cuenta que nunca, en ninguno de los casos, me enamoré. Sí que he cogido mucho cariño a algunas personas, pero nunca llegué a enamorarme de ellas. ¿Qué se debe sentir? No lo sé, pero debe de ser hermoso… y al mismo tiempo doloroso. De momento, estoy enamorada de la música, de los libros, de las palabras, de un buen texto, de una película, de las cosas pequeñas, del silencio, de los detalles, de la naturaleza, de un buen diseño… de la magia y la belleza de todos ellos. Y me siento bien. Ahora… ¿de alguien? Ya llegará… no hay prisa.

 [..] no me vengas con que tus sueños han evolucionado, que has crecido, que en eso consiste madurar, en adaptarse a la vida y que la vida se adapte a ti, que ser feliz es aprender a conformarse, y todas esas bobadas de la “antiayuda” [..] [..](Dedicado a) todos los que hoy se planteen convertir sus expectativas en frustraciones. A todos los que pretendan inmolar su vocación con la dinamita del miedo. A todos los que se hayan planteado castrarse un ‘te imaginas’… [..] Risto Mejide






Esta entrada servirá, mínimo, para recordarme a mi misma que quiero aprender a tocar el piano... para que este sueño no se convierta en una frustración y sí en una realidad.


viernes, 23 de diciembre de 2011


"Creía que lo tenía todo controlado, que tenía las ideas claras, que sabía lo que sentía… pero he perdido el norte y ya no sé qué es exactamente lo que siento.  ¿Quiero encontrarme? Quizás tenga miedo a encontrarme… quizás tenga miedo a entender lo que siento. Hay días en que lo tengo muy claro y no siento miedo alguno… otros días me cubre por completo  y siento que lo que el día anterior tenía tan claro, ahora resulta parecer una locura sin sentido… y otros me confirmo a mí misma con total seguridad, y muy tranquila, que en ciertos momentos magnifico ese sentimiento pero realmente es menos  de lo que pienso (y eso me alivia… por miedo a que fuera la primera de las opciones). ¿Qué se siente? Ya erré una vez por confundir, por pensar que entendía y realmente no entender… Y parece ser que no aprendí nada de aquella última vez. O quizás nunca se pueda aprender de estas cosas… Y si resulta ser que de verdad siento lo que en ocasiones creo que siento, ¿qué? No, no sirve de nada… no hay nada al otro lado. No hay nada. Nada."